La música canaria es portadora de una gran riqueza musical que ha ido conformando gracias a las influencias europeas y americanas que fue recibiendo a lo largo de su historia y que desde siempre le han permitido brillar con luz propia.
Es cierto, sin embargo, que nuestro folklore sufrió una época de decaimiento pero gracias a la creación de grupos de música tradicional, éste volvió a tomar popularidad. Hablamos de la década de 1960, momento en el que nacen grupos como Los Sabandeños y Los Gofiones, y de los años 70’ en los que se crean Taburiente, Mestisay y Grupo Achamán. La labor de estos conjuntos ha sido importantísima, pues han rescatado y difundido nuestra cultura y hoy en día siguen teniendo gran repercusión.
Una labor muy importante de rescate también la han llevado a cabo las escuelas artísticas municipales que “han dado la oportunidad no sólo de conocer más nuestro folklore sino de participar en él de una forma más rica y variada, de hecho se han rescatado tradiciones como el baile de piñatas, la fiesta del mauro… En las romerías, los bailes, canciones e indumentarias son más ricas y ha aumentado exponencialmente el número de grupos y de personas que organizan su ocio en torno al folklore, así como el número de grupos semiprofesionales” (Celeste. 44 años).
Tomando esta última opinión vemos como también las romerías contribuyen en este rescate, aunque cada vez más se pierden sus buenas costumbres. Mucha gente, sobre todo adolescentes y jóvenes, ya no van a disfrutar lo que es la romería con su música, parrandas, rondallas, y ni siquiera se visten con los trajes típicos, sino que van por ir, como van a cualquier otra fiesta, y lo que muchos contemplan es el poder beber, de ahí que desde hace un tiempo se le empiecen a llamar “ronerías”.
Cristo, un estudiante de derecho de 21 años no duda de ello “pienso que la gente solo va a estos eventos por el festejo” al igual que Nuhazer, estudiante de turismo de 21 años “Desgraciadamente cada vez más, sí. Ya se ve a mucha gente sin estar ataviada correctamente. Los chicos van con una simple camisa blanca y vaqueros y van solo a beber y divertirse a su manera sin importarles nada las tradiciones”. Héctor, un niño de 15 años refuerza esta idea “no se va a la romería como auténtica romería, sólo se va para divertirse y no nos lo tomamos en serio”. Sin embargo, Víctor, otro chico de también 15 años se muestra más optimista y no duda en ningún momento de que “la gente sí se viste con trajes típicos”.
Parece que hay una tendencia generalizada a olvidar nuestras raíces, y no me refiero a que reneguemos de ellas sino a que los jóvenes no entienden “lo importante que es el relevo generacional y la transmisión y divulgación de nuestro folklore” (Antonio Hernández. Los Sabandeños). Esto, según mi opinión, es un tema complicado, pues por ahí oigo a gente que dice que es importante que no se pierda, pero que a la hora de la verdad, no hacen nada para que esto suceda.
Tania, una estudiante de traducción e interpretación de 19 años lo tiene muy claro “yo pienso que es importantísimo conservar lo nuestro, eso es lo que define a cada lugar. Si te dicen gofio o papas con mojo piensas en Canarias; si te dicen flamenco, en Andalucía. Sin embargo, solo los adultos se preocupan por ello, mientras que los jóvenes se desentienden. Por tanto, yo diría que habrá un momento en el que nuestras costumbres lleguen a estar en peligro”. Nuhazer, en este caso dice que “Por supuesto que es importante conservar nuestro folklore, porque es la manera de saber de dónde venimos y la cultura de nuestros antepasados”.
Para ir terminando, atendamos al origen etimológico de la palabra de la que hemos estado hablando en todas estas líneas: folklore. “Folk” significa pueblo, gente, y “lore” saber o conocimiento. Por tanto, viene a significar algo así como el conocimiento de un pueblo, esto es, lo que nos identifica, nuestras tradiciones, nuestras costumbres, canciones, alimentos.
En esta ocasión, Celeste aclara que “si pierdes tus raíces pierdes tu identidad como pueblo. Aunque estés abierto al mundo creo que es importante saber de dónde venimos” y Víctor y Héctor añaden “sería una pena perderlas porque es algo que nos caracteriza, es nuestra tradición y parte de la cultura canaria. Además, puede tener atractivo turístico”.
No podemos permitir que desaparezcan nuestras costumbres, pues el futuro del folklore canario, es nuestro futuro.